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  • Padres incomprendidos y descomunicados

    Padres incomprendidos y descomunicados

    Aquí estamos, hablando de cuestiones que, quizás para algunos sean fáciles de tratar y, para otros, el hecho de teclear cada letra que represente una expresión podría figurarse cómo un algo mortal, a la hora de ser el «niño» detrás de la historia.

    Muchos padres creen que la adolescencia llega en una edad aproximada y no se dan cuenta de que su hijo (o hija) puede ya estar en la adolescencia.

    Nosotros, en la llegada de esta etapa, somos mucho más susceptibles y sensibles a los problemas y somos más ostensibles a las depresiones, nostalgias, bromas y demás.

    En dados casos, algunos se tornan rebeldes para llamar la atención de los padres o personaje figurativo que denota admiración. Pero, por más que pregunten, nunca les será dicho directamente que queremos su atención, que sentimos celos o que todo es cuestión de un capricho.

    Lo que mejor se puede hacer, a mi parecer desde la posición de hija y teniendo en claro la carga de ser un padre se considera en el hecho, es dejar el mal humor y los regaños a un lado.

    Comenzar a hablar con sus hijos e hijas, ya que ese es el mejor método para llegar a ellos.

    NO intentes ser como ellos si no te lo piden ni de castigarles porque algo esta mal, estudia como son sus amigos, que les atrae de ese tipo de gente y ríete en la compañía de tu cría.

    Interactúa con el/ella, y notaras que poco a poco obtendrás su verdadera confianza. Veras que ellos se comunicarán, divertirán y mucho más contigo.

    Pero aclaro, tú también deberás empezar a confiar de verdad en ellos y darte cuenta de que ya debes darles más libertad y empezar a dejarlos volar y hacer su vida, en su debido tiempo.

    Debes darte cuenta de que, seguramente los educaste bien, en lo máximo que dio tu esfuerzo y de no ser así, sincerarte y expresarlo.

    Comprender que ellos entienden, sienten y observan las situaciones que si a ti te afectan seguro a el/ella también. Que, aunque ya no necesitan tanto de tu ayuda en lo que solían necesitar en el pasado no significa en lo absoluto que no te necesiten. Más también entiende que, solo debes convidar (la ayuda) cuando te la pidan pues a veces otorga más el que no hace que aquel que media en el asunto.

    Claro que, eso no implica que no debas estar siempre allí para apoyarle, en el corazón.

    No debes avergonzarles en la calle y ser tan cruel en la forma de hablar, incluso aunque sientas que no lo estás siendo, porque eso los lastimará y les causará rencores sobre lo que le hablaste o sobre quien les hablaste.

    El que en tus experiencias de vida haya sido de una forma específica o que ya hayas vivido un algo no implica que debes dictar el cómo vivir la situación, ni mucho menos, menospreciar su interés por el mero hecho de que ya le hayas realizado.

    También, el que consideres que tu habla no perjudique ni lastime no significa que así sea. Analiza desde un punto externo de tercera persona y, luego, intenta ponerte en su lugar considerando todos los entornos que ha vivido.

    Se paciente y comprende que muchas veces no captaran lo que les dicen en el primer momento y pueden cometer errores, pero debes tomar un respiro. Nadie es perfecto. Menos aún a esa edad y, creo poder darme el derecho de decir, ¿acaso usted sí?

    Piensa en como eran tus padres contigo. Lo que te dieron y lo que no.

    Recuerda que no hablo de cosas materiales sino de aquello que se conversa en el interno aún al paso de los años, consciente o inconsciente.

    Trata de ser el padre (o madre) que siempre quisiste tener y ser. Pero recordando que tu no eres el hijo y quizás sus necesidades y formas de ver la vida sean otras.

    Recuerda que muchas veces, las pequeñeces y los mínimos logros pueden ser la base a todo lo que represente su forma de ver y ser en el futuro. Date cuenta de su esfuerzo y reconoce sus logros cada vez que logre algo y que haga algo bien, pero sin exagerar.

    Quizás para ti pueda ser un simple garabato, un pasatiempo sin sentido o un escrito con mucho por mejorar. Puede que no te parezca el mejor bailarín, que tardó demasiado en aprender nuevas oraciones de un idioma o su estilo de moda te sea fuera de lo aceptado en tu mentalidad, más hay algo que debo decirte.

    Para ti podrá ser así, pero para tu hijo (o hija) representa todo su mundo en ese momento. Encuentra un punto medio, conversa lo que no sea de tu agrado cuando hay armonía, sin juzgar por prejuicios impuestos. Demuestra tus perspectivas sin ser de manera dictatorial, escuchando también las suyas.

    Permítete conocer sus debilidades, sus dudas, sus fortalezas y creencias. Ser parte de su mundo. Pues para que esa persona te abra la puerta primero debes haber tocado.

    E indiferente de aquello con lo que no estés de acuerdo, hazle saber que puede que hayan diferencias pero eso no significa que no pueda contar contigo, que no te sientas orgulloso o que no le amas.

    Expresa tus miedos, hazle saber que eres humano.

    Que quieres protegerle porque le amas, no que quieres poseer su vida porque te pertenece.

    Habrá momentos en que no pueda contenerse, es natural. Pero respire, podrá lograr que las cosas salgan bien.

    Hay una frase que mi madre dice todo el tiempo. Es de esas frases que tienen toda la sabiduría que puede aportar una enseñanza de una mamá que te ama.

    A veces es la verdadera respuesta a los dilemas, otras es la razón por la que los problemas y los límites se presentan en mi vida desde un inicio.

    Así como está esa contradicción, está la adolescencia en sí. La maraña de emociones, experiencias y falta de las mismas.

    La frase de la que les hablo es la siguiente:

    Hay un tiempo para cada cosa. 
    Hoy es difícil, pero todo pasa.
    El tiempo vuela y lo que hoy pesa, mañana será ligero.
    No vale la pena preocuparse por lo que no has podido hacer en la adolescencia, tienes toda una vida por delante y en los veintes, te darás cuenta de que ahí es que comienza el verdadero resto de tu vida pero en esta etapa, defines el cómo será esa vida.

    Admiro mucho la sabiduría de mi madre, aunque ella a veces no lo crea.

    Sus palabras retumban en mi mente y les tengo presentes a la hora de tomar decisiones. No soy la persona más paciente ni mucho menos, la más experimentada. Pero algo que si soy es un ser humano, uno de esos que al decidirse aprender a escuchar pudo aprender a expresar lo que siente.

    Para mí, el mejor momento es el hoy. Pero eso no implica que no crea lo que ella me enseñó es cierto. Y gracias a esas palabras, estructuré una nueva versión del cómo veo la vida que unifica mi idea del hoy, la consciencia del mañana y los movimientos del entorno.

    Algo que bien puedo permitirme decir, es que nada fuese sido igual si no fuese por esa trillada y constantemente repetida frase del Todo Pasa de mi mamá que me sirvió de cimiento a la hora de aprender a respirar y pensar antes de actuar.

    A veces escucho la frase en mi cabeza y admito hace escombros mis entrañas. Me disgusto un tanto ante la idea, que a veces considero en parte cierta y otras no tanto. Pero siempre estará la verdad irrefutable de que el tiempo pasa.

    Pero así cómo pasa, no vuelve.

    Por eso, crear recuerdos sanos y duraderos con sus hijos es esencial y para eso, deben permitirse crearlos.

    No puedo asegurarles que ese recuerdo en su mente siempre será grato. Habrá veces que genere disgustos y otras que genere alivios. Más al final, estarán ahí y serán un cimiento para la vida de sus crías.