Categoría: POEMAS Y VERSOS

  • Un Amar a la Francesa

    Un Amar a la Francesa

    Quiero un amor de esos que vienen en forma de bagette caliente, de aroma a lilas, de balcón observando la luna, de sabanas recién lavadas.

    Un amor de esos, forrados de drama e intensidad, con orgullo de las pasiones y libertad en las acciones.

    Así, vestido entre abrigos de invierno y actos privados de cabaret. Excéntrico y animal. Romántico y arrebatado. Misterioso entre soflamas.

    Un amor de esos, en la línea entre la fascinación y el escepticismo. De gestos vehementes y discursos malogrados que apuntan a un objetivo claro disfrazado de pequeños accidentes.

    Oh, esos casuales accidentes como el de haberte podido encontrar.

    De aquellos entre roces de las manos y miradas, entre limerencias y realidades que se entrelazan unas a otras hasta que embriaga, envicia mi ser, tu ser, nuestras formas como siendo una sola.  

    Así, de esos entre guerra de entusiasmos y calmas en forma de certezas.

    Con mañanas de sonrisas y muestras de intelecto, fugaces soplos de celos y rebeldía inconmensurable.

    Con noches conciliadoras, entre duelos y actos vorágines, fantasías y copas de vino tinto con sabor a frenesí.

    Quiero un amor de esos, así a la francesa, donde no importa el cuanto dure sino la profundidad de la huella en el corazón moldeado a las formas de una inocente adicción.

    Donde el “te amo” queda incrustado en los recorridos del tren mientras miras por la ventana, en la canción sellada por las caricias, en la crepe callejera para dos, en la primera nevada de invierno que te lleva cada año a caminar hasta el banquillo para volver a sentir lo reconfortante de aquel abrazo en tus pensamientos como única fuente de calor, en la convicción del que vivirá para siempre en ambos el recuerdo de esa trágica historia de la que nadie jamás escuchó y en el quizás que se arropará en el día que nos volvamos a encontrar, y decirnos un “sabía que nos volveríamos a ver”.

  • Me Voy

    Me Voy

    Me voy, le dijo ella.

    Me voy muy lejos, para así poder estar cerca.

    Me voy, a quizás encontrar la razón de mi vida. Aquello que aquí no será mío.

    Para así poder dar con la musa en forma de verso, el amanecer que alumbrará mi camino, el sabor que seducirá mi paladar, el amor que embriagara mi espíritu.

    Me voy, a ti te repito.

    Para que lo sepas, por si alguna vez lees este escrito.

    Que aunque me voy, como hoy te digo, un trozo de mi siempre se quedará contigo.

  • Taza de té verde y miel

    Taza de té verde y miel

    ¿Qué haces?, me preguntas. 

    Y con la misma sencillez con la que indagas, te respondo. 

    Bebo un sorbo tras otro, de mi taza de té verde y miel.

    ¿Qué hago?, me pregunto. 

    Me dejo llevar por la espesura del sueño y la ligereza de la noche, me trae consigo el regocijo del descanso.

    Despejo mi mente, en un intento no tan obvio de aliviar las tensiones de la vida diaria. 

    ¿Qué hago?, me repito.

    Pienso en ti, pienso en mí. 

    Pienso en el nosotros, en el todo y la nada, que somos.

    Pequeños e insignificantes ante la magnitud del entorno visible e invisible, mundos intangibles, presentes en lo que nos rodea.

    Enormes y omnipotentes, a veces hasta tiranos de los pequeños grandes mundos que conforman nuestro interior.

    Veo los detalles de mí día, simples y cotidianos, incluso algunos por poco imperceptibles. 

    Esos únicos, preciados, irrepetibles, que incluso si otros notaran, solo yo les podré conservar de la manera en que lo haré.

    ¿Qué hago?, me vuelvo a repetir. 

    Tan solo respiro, vivo, amo.

    Soy, en la simpleza del permitirme ser. 

    Pienso, siento, existo. 

    Vuelvo a respirar. 

    Inspiro, lleno mis pulmones de oxígeno, ideas, emociones.

    Expiro, libero tensiones, descargo angustias, suelto el pasado.

    ¿Qué haces?, me preguntas de nuevo.

    Esperas oír mi respuesta, oculta en mis pensamientos.

    Te miro a los ojos, respondo. 

    Solo bebo mi taza de té verde y miel.

    Audio subtitulado de la lírica: «Taza de té verde y miel».
  • Hoy tengo ganas

    Hoy tengo ganas

    Hoy tengo ganas de quererte…

    De robarte una sonrisa, aún sin conocerte.

    De poder tomar tu mano, que ante la adversidad me hace ser más fuerte.

    Hoy tengo ganas de escucharte…

    De conversar por horas y horas, sin saber que el sol ya amanece.

    De leer versos en conjunto, de vestir en sincronía.

    De encontrar dulces melodías entre murmullos y pasos torpes.

    Hoy tengo ganas de intentar entenderte.

    De comprender tus fascinaciones y de observar tus manías escondidas.

    De encontrar la belleza detrás de tu sencillez, esa que pocos pueden llegar ver.

    Más allá de todo, hoy tengo ganas de encontrarte.

    A ti, actual ser desconocido.

    Al quien, que esconde trozos de una felicidad que jamás sabré era faltante hasta el día en que te llegue a conocer.

    ** Inspiración 이번 생은 처음이라 (Porque es mi primera vida – Dorama)

  • Corazones Desechables

    Corazones Desechables

    Metamorfosis de los cielos, mutables cómo los sentimientos del corazón.

    Siempre ahí, siempre hermosos. Nunca comprendidos por completo.

    Errantes en las horas pico, cual mente que divaga ante la sorpresa de que en el auge de lo que se había esperado, la causalidad obre en su contra, aclarando realidades.

    A veces me miro al espejo y sonrío. Me alegro de ver lo que veo y poder sentir que puedo considerarle mío, parte de mí.

    Pero otras veces miro y no sé cómo sentirme. No sé cómo definirme.

    ¿Un caótico desastre?, ¿un glorioso milagro?

    Tan solo un completo vaivén. Uno de esos esculpidos en curvas de mujer, entre marfil y tiza, cantores de tragedias.

    A veces, suelo huir a ese mundo de fantasía, cubierto por una muralla de sonatas y espinas venenosas.

    Ahí, debajo de la palma, a la merced de la luna que gobierna los cielos cambiantes. Esa luna que guía mi presencia estática en un mundo errante y escrupuloso.

    Hay veces que lloro hasta que los ojos estallan al rojo vivo, abrazo la emoción.

    Otras, anestesio los pensamientos y convenzo el cuerpo, entreno mi sonrisa para cuando vuelvan las horas felices. Las dulces epifanías de las existencias humanas.

    Y en esas pocas, cuando las epifanías se tornan permanentes en tiempos que parecieran ilimitados, tomo esa luna y también la palma.

    Damos vueltas tomados de manos en un baile sagrado y profano.

    Guardamos el recuerdo, envasado en una galería de emociones, para nunca perderle.

    Ahí, en esa biblioteca de historia repleta de imágenes y canciones, de miradas y sabores.

    Le guardamos así, escondido en esquinas detrás de los sueños furtivos y los abrazos fugitivos, junto a los vestidos de margaritas ya empolvados y las promesas inalcanzadas.

    Pareciera, si hacemos esto, solo hay que destapar el frasco adecuado para volver a bailar impregnados de ese algo, aún sin la música de la alegría, a veces adormecida por la cautela del saber constante de que la oscuridad de la noche no es eterna y pronto debe volver a amanecer.

    Pero no nos duele, pues bien sabemos la misión de cada quien viene escrita y con plazo de caducidad, siendo el nuestro bailar entre las almas mientras duermen, guiados por el recuerdo de quienes somos en su momento, para así encontrar su verdadero destino, su corazón latente y eterno.