Se sintió como un suspiro.
Uno de esos que pesan en el recuerdo hasta volverse eternos, inagotables.
Podía sentir como cada partícula de aire rozaba sus labios a medida que escapaban de sí… Ese último beso involuntario entre la que fue y la ella que ahora debía ser.
Le siguió un vacío mudo, repleto de sensaciones, a duras penas percibiendo las siluetas a su alrededor contorneadas por las luces del vestíbulo un poco medio vacío.
Esperó, sin poder controlar ese gesto inconsciente, ese soplo desesperado, hálito de vida que desvanece como en un sueño profundo sin sentido. Solo faltó apenas segundos para sentir que se le escapaba todo su ser, hasta qué, sin preámbulo alguno, una voz vestida de hogar llamó a su nombre y le hizo despertar.
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