Carta de Natividad a mi madre

A mi muy querida mamá;

Adu, es tanto lo que quisiera expresarte y tan poco lo que suelo dar a entender, que muchas veces un gracias termina por ser un duelo entre espadas en forma de palabras y miradas difusas…

Causa gracia, al mirar los hechos pasados pero no aísla ni divaga la mente en búsqueda de las palabras correctas. He aquí, en un vago intento, bajo la merced de la única herramienta que conozco, los escritos, que diré lo que para mi ser debe ser dicho; y en ello, espero que de un corazón a otro, se de la paz, armonía y entendimiento que solo puede ser proyectada en palabras sinceras, con la bendición de la Natividad.

Dulce madre mía, mucho es poco para describir por todo lo que has pasado y ese mucho es menos, para expresar cuanto admiro tu fortaleza y perseverancia. Eres una mujer y una madre maravillosa. Ante mis ojos, eres la más atenta, paciente, gentil y buena madre que ha podido existir. Me siento muy orgullosa y llena de honra por saber que tengo la dicha de que seas mi mamá.

No importa lo difíciles y sombríos que hayan sido los tiempos, se con certeza que serán mejor y mejores los que estarán por venir. Juntas, nada podrá abatirnos y te aseguro, las 3 unidas conquistaremos el mundo una sonrisa a la vez. Por eso, madre de mi corazón, solo te pido que estés sana, fuerte y feliz, para que podamos disfrutar lo hermoso por venir.

También, quiero decirte, no has hecho nada malo y lo turbio que pueda haber ocurrido en el pasado no es tu culpa ni ha traído pesar alguno al presente; así que por favor, aligera las cargas que te impones a tus hombros y agrega purpurina al camino, pues tengo certeza será el de una vida llena de brillo y alegrías.

Te pido perdón por mi mal genio, incompetencia y terquedad, más aún, por sobretodo si en algún momento, indiferente de razón o circunstancia, te he herido. Jamás ha sido mi intención. Igualmente en el ahora, me disculpo por solo poder darte este trozo de papel; más bien sé, la simplicidad tiene su valor si se hace con amor.

De verdad, te agradezco por ser como eres, por amarnos a mi hermanita y a mí; y antes que nada, por existir. Te mereces una vida hermosa, repleta de felicidad y buenaventura. Por eso, daré lo mejo de mí para que así sea.

Te amamos de aquí al infinito de ida y vuelta, a pasitos de caracol.

Atentamente, tu hija que te ama un mundo entero.

XOXO

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *