Me observo por dentro, desborda remordimiento.
La culpa, una agonía.
El cruel tormento que me lleva a perder el aliento.
Lagrimas de rabia caen y caen sin control. No existe peor dolor que el rasguño que marca, hiere y marchita el corazón.
Lanzas del temor, culpa, pesares… Sobre mi vienen y vuelven a venir.
El peor hostigamiento, tengo por seguro, mas que la culpa es no saber su motivo ni el por qué.
Barreras, fronteras, látigos y quimeras… El peor de los castigos, la cruel espera.
Mirarte en el espejo y no saber si el reflejo eres tú o es alguien más.
Maldita agonía que viene y te espía, te tuerce y desquita, sacando del juicio, si es que aun se tiene. Sacudiendo y torciendo, hasta que la cordura reviente.
Reacción ilusa ante la conciencia inerte, llevando luego a reflexionar. ¿Qué hice?, ¿qué hiciste?, ¿qué hemos hecho?
Si no es que mas bien deshecho, paso a paso vagando en corto trecho, como la cruel tortura, esa que duele en el pecho.
No sangras ni derramas, mas duele como la asfixia despertina que atormenta a tu alma abismal al despertar.
Lloro y tú también lloras…
Nos agobia la negligencia. Pero, peor que todo, la impertinencia, de al abrir los ojos en blanco el recuerdo volver a quedar.
Como una imbécil sonámbula, cantadora andante, mas en nulo conjuro de la noche errante… Sin luz, sin luna, obedeciendo al amo sin cuna; su nada, su todo, tan solo un algo en realidad.
Apenas ahora me doy cuenta.
No hay ente que guíe. Han sido mis errores, como la locura que invade mi ser, sin entender la censura que yo misma me provoco al no saber actuar.
Y gotea el escarlata desde la manos sobre mi cuerpo, impregnando mi ser de tu propia esencia, en tu ultima gota de fé, ahogada por la sed humana.
Suplicando, implorando,exigiendo dices, el anonimato de mi verdad.
Tu falsa agonía camufla el real sentido, ante el desborde de tu plenitud.
Sin cerrar los ojos si quiera, pereces. Sin saberlo, sin quererlo. Incluso sin temerlo.
Como el animal, instinto salvaje que caza y asesina, sin culpa ni arrastres.
Viendo como las estrellas marcan el camino queda en duda, como el radar que busca andariega y errante.
En la próxima jornada, cuando la noche se esconda, ¿quien será la victima que engatusado por la felina mirada, inerte a su cumbre llegará?
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