Muchos saben juzgar, pero pocos, muy pocos dan cumplidos sinceros.
Tengo 14 años y desde que tengo memoria he adorado el arte.
Escribir, cantar, bailar, dibujar, tomar fotografías… El tan solo observar un árbol al moverse por el viento parece un toque de las musas.
El problema es que no todos comprenden mi pasión y mi entrega al arte. Le etiquetan de absurdo e ilógico.
En verdad, si nos permitimos observar, notaremos que el integro absoluto, sin ninguna excepción, es arte.
Todo es bello si le sabemos apreciar.
El problema de nuestro mundo es que nos hemos cegado. Hemos ocultado lo que sentimos, pensamos, vivimos o en verdad deseamos…
¿Parece algo atroz?
Lo peor de todo no es que le ocultemos, sino que hemos llegado a un nivel tal en el que lo encubrimos a nosotros mismos y ya no sabemos que somos ni que queremos.
En los tiempos antiguos el arte era una ofrenda y también una bendición. Por milenios fue atesorada como lo mas importante que pudiese existir.
Luego, fue decayendo y comenzamos a dividir. A creer que podemos juzgar quien puede ver y quien no, según el mero juicio individualista y ególatra.
Déjenme decirles que, aquellos que se atreven a decir que algo es o no es hermoso…. Que algo no se le puede decir magnifico, por que a su perspectiva es nulo…. Aquellos que se creen capacitados de decir que sirve y que no, están equivocados.
Si abrimos nuestra mente, nuestros ojos y nuestro corazón, nos daremos cuenta de las barreras que nos han impuesto y que nosotros mismos aceptamos a causa de éstas.
Veremos cuantas veces nos dijeron que algo es imposible, que nada es perfecto, que no somos capaces, que no es para nosotros… Pero la verdad, es que el único que puede impedirnos, que puede limitarnos, somos nosotros mismos.
Podremos notar como día tras día, miles de grandes artistas son llamados basura humana por ver el mundo con ojos diferentes.
El cómo humillan a aquellos que quieren su libertad de expresión, que intentan demostrar que al no ser perfectos, lo son. Porque la perfección es algo imaginario así como lo imposible.
¡Nada es imposible! Y por lo tanto, nada es perfecto. Eso en sí, es lo que lo hace perfecto.
Suena cómo una antagónica, ¿cierto?
Se refiere a que al nada serlo, nada es igual y si nada es igual, todos somos únicos y al ser únicos somos «perfectos».
Lo mismo pasa con lo que creamos, con nuestras artes individuales. Son únicas y representativas, una muestra de lo que somos, pensamos y sentimos. Son perfectas y hermosas tal cual son y nada ni nadie puede cambiarlo o decir lo contrario.
Como un gran ejemplo tenemos el graffiti.
Muchos solo ven trazos de colores al azar, ofensas o dibujos y caricaturas sin sentido.
Pero, si miráramos mas allá, presencias la compleja simpleza de la expresividad en el arte urbano. El sentimiento tangible de su creador. ¿Acaso eso no es arte?
El garabato de una niña a su maestra, un pastel recién salido del horno, el movimiento de las hojas de la palmera y los cielos en el ocaso. Todas son demostraciones del arte en su forma más pura.
La vida y la muerte. El ser humano en su forma absoluta. Respirar. Reír. Llorar. El reflejo cuando miras al espejo. Todos y cada uno de nosotros. Todos somos arte. Todos somos perfectos.
Es hora de volver a renacer el arte y dejar las barreras a un lado.
De amarte. Tu eres la mayor demostración en tu vida de que la perfección existe aún sin poder ser definida. ¿Por qué?, porque todos y cada uno de nosotros, dentro o fuera del planeta al que llamamos hogar, somos cómo debemos ser.
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