Etiqueta: Palabras a sí misma

  • Un Brote

    Un Brote

    Piedad, esperanza, ilusiones.

    Semillas que encapsulaban imposibles cayeron sobre el fértil mundo dado en la mente de una soñadora.

    Brotaron. Raíces echaron. Ramas se extendieron en su cuerpo y en su mente, veloces, como solo las plagas se saben propagar. Dolía, a medida que crecían, pero su mente se encontraba extasiada, envenenada con la esporas que brotaban de los esporádicos frutos del quizás.

    Los pulmones sustentan, roban su hálito de vida. Se van volviendo árbol, consumiendo poco a poco la verdadera esencia del quien es.

    Las ramas crecieron, cada vez más sólidas. Ahora no solo duelen, pesan.

    El veneno de las esporas ha impregnado a tal punto que ni siquiera respirar es una posibilidad. Ya no hay placer ni gracia en el efecto.

    Queda una chispa, pequeñita latiendo, aún libre de contaminarse.

    Solía llamarse intuición, ahora es apenas una voz muda intentando hacerse oír. Gritar, encender el fuego…

    Poder liberarse.

  • Palabras a sí misma #2

    Palabras a sí misma #2

    Recuerdo esos días, aquellos en que el sol danzaba entre las ramas mientras el rocío dibujaba en la ventana.

    Días complejos y a la vez simples, que escondían dulces sonidos y amargos sabores, ahora difíciles de encontrar.

    Recuerdo el tacto de la brisa que acariciaba las pieles, en ese entonces, sensibles a lo celestial.

    Esos tiernos cortejos de las flores que danzaban a la par de los vuelos que hacían mi falda y mi cabello en unísono, bajo la luna.

    Recuerdo el calor de las palabras que no necesitaban ser pronunciadas, cubiertas de la fría corteza del árbol viejo, gran sabio contador de historias.

    Azahares que adornan lo invisible, imperceptible para aquel que no desea ver.

    Oh, por sobre todo recuerdo cuando no eran recuerdos sino hechos, que apuñalaban el corazón y se convertían en escalofríos a través de la columna vertebral.

    No puñales hirientes, sino verdades directas, sin envolturas de sedas ni purpurina en exceso, impactantes al momento para convertirse en anestesia a través de la tierra húmeda bajo mis pies que encaminaba mis pasos ante lo que debiera ser.

    Recuerdo lo que era, recuerdo lo que iba a ser. Me recuerdo al recordar lo que iba a escribir.

    Ojos cerrados, guiados por fuerzas que permiten ver cuando dejamos de observar.

    Y me recuerdo a mí, esa yo de aquel entonces, tan igual y al mismo tiempo tan diferente, a lo que ahora soy.

    A ti, yo del pasado, te recuerdo y quiero agradecer.

  • Palabras a sí misma #1

    Palabras a sí misma #1

    ¿Qué es lo que de verdad quieres en la vida, pequeña?, dice una voz a las anchas. Sus ojos cristalinos reflejan el vacío que yace frente a sus narices.

    ¿Qué es lo que de verdad quiero, he de saber?

    Un vacío se refleja, pues es un vacío lo que se esconde alrededor de su cuerpo, percibiendo voces ahora ya perdidas.

    No hay respuesta a la pregunta, cual no hay dueño de las palabras pronunciadas.

    Si aquel vacío estuviese lleno, y fuese suya la potestad de erguir un nuevo mundo, ¿podría discernir que pertenecería a lo nuevo y que debería permanecer en el vacío?