Etiqueta: Lírica

  • Modernización del Ego

    Modernización del Ego

    Comienzo a notarlo, no es un escalofrío. Se convierte en una tormenta interna.

    Estruja y estremece.

    Lotos que florecen sobre la piel escamada de viejas heridas y sus lodosas huellas.

    Quiebra la cascara del cuerpo en trozos. Se convierte en jardín andante.

    Transpolar a través de los cimientos del alma misma, en las laderas de la historia.

    No se trata de una mutación ni es un germen invasor.

    Corta y amasa. Transforma cada rincón hasta desconocer la forma misma.

    Muta, hasta estar en la inopia sobre sí misma. Globaliza las formas del ideal.

    Se reconoce y otorga mérito de un ser latente.

    ¿El que fue pasa a ser una inanición del alma?, ¿Acaso era el ocupante no legítimo que privaba el paso a la existencia hueca?

    Anomalía y ambigüedad que corroe la aceptación.

    ¿Debe ser reconocido el primordial que fue en el pasado o el adaptable del ahora?

  • Alma Sicaria

    Alma Sicaria

    Me observo por dentro, desborda remordimiento.

    La culpa, una agonía.

    El cruel tormento que me lleva a perder el aliento.

    Lagrimas de rabia caen y caen sin control. No existe peor dolor que el rasguño que marca, hiere y marchita el corazón.

    Lanzas del temor, culpa, pesares… Sobre mi vienen y vuelven a venir.

    El peor hostigamiento, tengo por seguro, mas que la culpa es no saber su motivo ni el por qué.

    Barreras, fronteras, látigos y quimeras… El peor de los castigos, la cruel espera.

    Mirarte en el espejo y no saber si el reflejo eres tú o es alguien más.

    Maldita agonía que viene y te espía, te tuerce y desquita, sacando del juicio, si es que aun se tiene. Sacudiendo y torciendo, hasta que la cordura reviente.

    Reacción ilusa ante la conciencia inerte, llevando luego a reflexionar. ¿Qué hice?, ¿qué hiciste?, ¿qué hemos hecho?

    Si no es que mas bien deshecho, paso a paso vagando en corto trecho, como la cruel tortura, esa que duele en el pecho.

    No sangras ni derramas, mas duele como la asfixia despertina que atormenta a tu alma abismal al despertar.

    Lloro y tú también lloras…

    Nos agobia la negligencia. Pero, peor que todo, la impertinencia, de al abrir los ojos en blanco el recuerdo volver a quedar.

    Como una imbécil sonámbula, cantadora andante, mas en nulo conjuro de la noche errante… Sin luz, sin luna, obedeciendo al amo sin cuna; su nada, su todo, tan solo un algo en realidad.

    Apenas ahora me doy cuenta.

    No hay ente que guíe. Han sido mis errores, como la locura que invade mi ser, sin entender la censura que yo misma me provoco al no saber actuar.

    Y gotea el escarlata desde la manos sobre mi cuerpo, impregnando mi ser de tu propia esencia, en tu ultima gota de fé, ahogada por la sed humana.

    Suplicando, implorando,exigiendo dices, el anonimato de mi verdad.

    Tu falsa agonía camufla el real sentido, ante el desborde de tu plenitud.

    Sin cerrar los ojos si quiera, pereces. Sin saberlo, sin quererlo. Incluso sin temerlo.

    Como el animal, instinto salvaje que caza y asesina, sin culpa ni arrastres.

    Viendo como las estrellas marcan el camino queda en duda, como el radar que busca andariega y errante.

    En la próxima jornada, cuando la noche se esconda, ¿quien será la victima que engatusado por la felina mirada, inerte a su cumbre llegará?

  • Sí, sería así

    Sí, sería así

    Escuchar una canción. Cerrar los ojos. Sentir.

    Sí, sentir…

    El como cada palabra pronunciada expresa lo que en mi corazón se ahoga, lo que se escapa en un lamento disfrazado de sonrisa al pensar.

    Sí, pensar…

    En todo lo que eras, lo que vivimos, lo que añoramos lo que dijimos y así mentir.

    Sí, mentir…

    Mentirle al corazón para permanecer, aún sin saber.

    Sí, saber…

    Saber si hemos perdido o hemos ganado.

    Te afirmo que te quiero, me confirmas que me quieres.

    Diciendo y viviendo con una hipócrita certeza la supuesta mayor de las alegrías, olvidando lo que puede llegar a ser.

    Sí, ser…

    Ese final rotundo, quebrado y despiadado. Ese algo que arrebata lo que alguna vez lo fue todo. Y a duras penas salvamos el hecho, reconociendo lo que es mejor evitar.

    Percibimos la gracia de la cautela, perdura la amistad.

    Se muta aquello que en las palabras al alba luego de noches sin dormir nos habríamos dicho, nos habríamos jurado en vano.

    Pasarán las horas para así olvidar.

    Sí, olvidar….

    Sonriendo como dos tontuelos que resguardan un secreto sagrado que no fue, el cual ni siquiera nosotros mismos recordamos.

  • Momentos

    Momentos

    Existen momentos en que sentimos que no podemos hacer nada para que quienes amamos estén bien.

    Esos que, aunque nos miren y nos digan que nada sucede, sabemos que sufren.

    Momentos en que nos sentimos inútiles para quienes nos importan y aun más para nosotros mismos.

    En los que lo mas oportuno es ocultar nuestro sufrimiento para que al menos puedan sostenerse de nuestra fuerza, así se trate de una simple apariencia forzosa.

    Esas veces en que escondemos lo que pensamos para no herir a los otros.

    Aquellas donde dijimos cosas de las que nos arrepentimos y otras en las que no dijimos lo que debíamos decir y se hizo tarde.

    Momentos en los que seríamos capaces de dar nuestra vida por la de nuestro ser amado.

    Otros de esos que quisiéramos olvidar y no encontramos la forma.

    A veces, cubiertos como un dolor que nos da fuerzas y otras veces que nos destroza desde nuestro interior. 

    Días en que no entendemos que sucede o que por más que intentemos explicarle a los otros lo que sucede, no podemos lograrlo.

    Momentos de los que nos arrepentimos toda la vida y otros que jamás vivimos.

    Situaciones que podrían haber pasado pero no ocurrieron. Lágrimas y sonrisas que se mezclan en el pasado y otras que jamás podrán siquiera darse.

    La vida puede ser bella y también torturadora, ¿no crees?

    Siempre llena de momentos que pasarán y de otros que no ocurrirán, aunque suplicáramos por ello.

  • Compañía Incorporea

    Compañía Incorporea

    En el viento van los versos de aquella dulce voz, que sin razones ni pretextos, me guarda y hace compañía.

    Como un dulce ángel guardián, me cubres con tus alas cuando el mundo sucumbe ante la tempestad.

    Como musa me inspiras, dándome siempre razones para seguir adelante.
    No hay agonía que pueda suplir tu presencia, ni hay pesar que duela lo suficiente, como para no ser abatido con tu afecto. Es en tu bendición, que cada día resurge mi pensamiento.

    Sin nombre, sin rostro.

    Leal valedor en eterna vigía. Conocedor de mis tantas facetas, entre el gris y el saturado iridiscente que balancea entre los actos. Y es en todo lo que representas que me inspiro a honrarte en agradecimiento, pues aunque es poco lo que tengo, existe debido a ti.

    En silencio, inmutable. Conviertes en perlas mis lágrimas, cuando se enfría mi alma solitaria. Simulando brazas, haces arder mi alma, recordándome la fe que en mi corazón yace.

    Eres tú, como una mano amiga.

    Aquél que me ayuda a levantarme, aunque sea un nadie su existencia. Me enseñas a cargar con mi peso, a despertar la osadía, como un canto al himno de la libertad. Suenan por ti las trompetas del cielo. Retumban los tambores en los suelos.

    Los murmullos nos rodean, ininteligibles, escondiendo el mayor de los secretos. Y es que eres tú siendo tú. Soy yo siendo yo. Como la esencia es en la psique, lo que es el alma para el corazón. Circulas las venas de mi cuerpo, energizándome, haciéndome libre.

    Y vuelas. Vuelas como las hojas en el viento otoñal. Vuelas, siendo la voz, siendo el mensaje.